jueves, 24 de enero de 2008

Juntitos, juntitos

A los 18 años, mi mamá viajaba todos los días en colectivo hasta su trabajo. Unas paradas después que ella, subía un hombre de unos 40 años.

Religiosamente, todos los días, la buscaba con la mirada y se le acercaba. Si mi mamá estaba sentada se le paraba a su lado, si estaba parada se colocaba atrás de ella, si ella se corría, el también. Era una especie de guardaespaldas en celo.

Cansada mi madre de aguantar cada mañana el acoso del fulano, un día en que el colectivo estaba repleto, decidió entrar en acción.

Mamá: (en voz alta) Señor, se puede correr, que lo tengo encima mio!
Señor: (furioso, a los gritos) Pero estas pendejas calentonas, uno va a trabajar y estas pendejas que se piensan que uno las quiere apoyar!!!! No ves que el colectivo esta lleno nena??!!!
M: (muy nerviosa) Pero no... usted... todos los días...
S: (interrumpiéndola) Todos los días voy a laburar nena!!!! Estas loca??? Eh? eh?

Mi mamá, 40 años después relata ese momento de esta forma: Me quería morir, yo era tan chica, tan tarada, no supe que decir. Era como estar en una pesadilla, pero no me despertaba. Veía los ojos acusadores de todos sobre mi, SOBRE MI, que era la víctima. Escuchaba los murmullos que me culpaban de desubicada, de loquita. No aguante más, con los ojos llenos de lágrimas me bajé.

Ese día, al volver a su casa, comentó con mis abuelos lo sucedido esa mañana.
Mi abuelo se desquició, le dijo que la iba a acompañar él mismo al trabajo al día siguiente y que ahí mismo, en el colectivo "ese tipo iba a ver, se le iban a ir las ganas de joder con su hija".
Mi abuela, mucho más calmada, esperó que su hija termine de llorar y su marido de gritar. Ahí mismo se paró y buscó algo en un cajón.
Miró a mi mamá y le dijo: Tu papá no te puede acompañar, ya sos grande y tenés que aprender a defenderte.
Le entregó lo que tenía en sus manos y agregó: Vos vas a saber cuando usarlo.

Así mi mamá, la mañana siguiente, salió de su casa al trabajo. Tomó el colectivo, se sentó y esperó que el hombre suba. Pero él no subió. Ni subió el día siguiente, ni el otro... ni el otro.

Sin embargo, cada mañana, mi abuela le recordaba que no olvide de llevar "eso" y mi mamá, obedecía.

Habían pasado varios días. Mi mamá viajaba sentada en un colectivo que comenzaba a llenarse. Él subió, la buscó con la mirada y se acercó.

Sobre ésto mi mamá me narró: No podía ponerse justo delante mío, porque no había lugar. Pero estaba muy cerca, yo lo observaba y había que ver como el desgraciado se arrimaba cada vez que alguien se corría un poco. El tipo estaba totalmente atento a todos los movimientos de la gente, se deslizaba por entre los huecos con tal habilidad... Al rato, ya lo tenía delante mió.

Entonces, ella sacó del bolsillo de su campera el objeto que mi abuela le había dado, poniéndose en guardia.
Él no tardó en "hacer lo suyo". Pero al hacerlo, algo se interpuso entre su cuerpo y el de mi madre.
Se escuchó un grito. Corto, pero intenso.
Mi mamá levantó la mirada y le sonrió, triunfante, al tipo.
La aguja de cocer lana había hecho su trabajo.
Nunca más lo volvió a ver.

20 comentarios:

Stella dijo...

Aydió! Idola absoluta tu abuela, y ni hablar de tu madre!!!
Creo que todas las mujeres sufrimos alguna bez algun tipo de "apoyo" en un bondi, y la verdad es que la situacion es molesta e incómoda!
Y cuanto mas chica es una, peor la pasa. Porque somos inexpertas, porque no sabemos que hacer, porque nos da verguenza, por tantas cosas...

Me encantó la anécdota!!
Besitoo

Anónimo dijo...

Me encanta tu abuela!! La verdad, cuando leo estas cosas siempre pienso: Ay, por qué la mía tiene que ser tan beatita pero tan bruja a la vez? jejeje
Desde luego, este tipo de cosas son de lo más desagradables, no entiendo cómo los viejos verdes (porque lo son) tienen tanta cara como para hacer lo que hacen y luego no se atreven a admitirlo...
Aunque bueno, recuerdo una vez que estaba con un grupo de amigos en un bar y se acercó el abuelo de uno de ellos, un viejo verde... el tío se sentó enfrente de mí y al cabo de un rato, sin venir a cuento, me dijo: Tienes una teta más grande que otra o es esta camiseta que te lo hace?
En ese momento me quería morir de la vergüenza que me hizo pasar (tenía 18 años) pero al menos el hombre descarado iba de frente.

Claude dijo...

Qué feo que te pinchen con algo, sobre todo si te lo merecés.
Me quedó una duda: ¿el tipo era repugnante sólo por su comportamiento o también por su aspecto?

Anónimo dijo...

Stella y Laodiseadebronte: Chicas, es horrible!!! Las mujeres mejor que nadie lo sabemos.

Claude: No escuche comentarios de su aspectos. pero lo imagino gordito, pelado y baboso.

Rockero Hi Fi dijo...

Ay! Me dolió a mí.

Nadie dijo...

Cuando tenía 18 años estudiaba en otra ciudad, y fin de semana por medio viajaba a visitar a mis padres. Era un viaje de 8 horas, de noche. En una oportunidad me tocó viajar al lado de un señor mayor (unos 50 y pico) que cada vez que yo me acomodaba para dormir se acercaba ... mucho ... demasiado. ¿Sabés que a pesar de sentirme absolutamente invadida y en una situación feísima no pude decirle nada? Me daba vergüenza. ¡A mi!
Terminé contra la ventanilla, y cada vez que quería girar tenia al tipo a centímetros, mirándome. ¡Gracias a Dios por los apoyabrazos!

Tendría que haber tenido una aguja a mano.

Anónimo dijo...

LA CANDOROSA dice:

Una anécdota similar supo relatarme mi madre al respecto, ya que parece que la costumbre de los señores asquerosos existe desde hace mucho mucho. Nosotras las mujeres sabemos muy pero muuuuuyyy bien de que se trata.

Le cuento: a mi me paso algo similar, pero un tanto más asqueroso.
Un día volviendo de mi primer trabajo y siendo una adolescente, un señor se me parapetó al lado en el colectivo (yo sentada, él de pie). Sin saber como ni porque, ya que yo venía mirando muy atenta por la ventanilla, logro ver que el señor había extendido todo su miembro delante de mi, al mirar hacia el frente logré verlo, y me llené de vergüenza. Además en ese vistazo, también pude ver como el conductor desde su gran espejo retrovisor, también estaba al tanto de lo que sucedía y sonreía como un estúpido!!!!
Con vergüenza y con temor, aún recuerdo aquel momento. Quiso el destino que para entonces yo ya fumara... (vicio cruel, si los hay), pero debido al "vicio", llevaba conmigo un encendedor "los carusita", esos que nunca fallan... y así fue que disimulando y viendo que el caballero estaba distraído controlando que nadie más se avivara de su maniobra... prendí el encendedor bien cerca de su "herramienta".
Grito sordo y salió de raje ¡¡hasta el chofer le paró en una esquina que no era parada!!!!

Saludos extensos, ¡¡estamos llenas de recuerdos!!

Anónimo dijo...

Candorosa:
Vos sos una heroína sin duda! Que valor demostraste, realmente admirable e ingenioso en una situación tan horrible como la que contás.
Te juro que a estos tipos tan asquerosos (incluído el colectivero)desearía que se los viole un simio.

Renata dijo...

Es re tarde y recién descubro tu blog.

Y en lo poco que leí, es de esos que valen la pena empezar desde el principio; así que mañana te veo.

Saludos Morella

Anónimo dijo...

Una vez viajando en subte vi como un pibe apoyo a una mina, estaba lleno y me llene de bronca y me quise acercar para golpearlo pero la mina apenas sintio que la apoyo bajo, me siento mal por no haberlo golpeado, me acuerdo y me lleno de bronca

Nat dijo...

Muy buena la historia Morella! Me encantan las mujeres que tienen la valentía de hacer esas cosas.

Unknown dijo...

Qué cosa esta del acoso no?...la bronca te hace realizar actos como el de tu madre: gritar a los cuatro vientos...con el tiempo nos vamos dando cuenta que hay que ser más sutil (todo lo sutil qe puede ser una aguaja de lana) y no exigir justicia pública....alcanza con la venganza...

Una diosa tu abuela..

Denise dijo...

Jajajajaj... qué genia. Yo pensé que sería algo menos sutil, como un paraguas para darle por la cabeza, pero esto fue demasiado buenoooo, jajajaja!

Sweet carolain dijo...

Bueno aqui le dejo un premio si lo quiere, a por ello, en mi blog lo puede tomar!! saludos carolaina!

Claude dijo...

Morella, ¿no vas a seguir posteando?

Anónimo dijo...

Creo que antes de seguir posteando deberías plantearte lo siguiente:

Un proceso previo de maduración, acerca lo que pretendes contar/decir, a fín de evaluar si lo que vas a vertir en esta cloaca, con tufillo prejuicioso, que tenés por blog, es interesante y no una pavada, que además de insultar la inteligencia de los lectores, agravia a la literatura en general.
Chau querida!

Claude dijo...

Anónimo: Das pena. Seguro que tenés un blog y no querés hacer un comentario jodido mostrando el link a tu sitio para que no te devuelvan tu propia mugre en tu propio sitio. Tan predecible y patético... Abundás, date cuenta, no sos para nada original.

morella dijo...

Anónimo: la palabra "tufillo" la uso un gordito tarado en el post anterior, no quiero creer que sos el mismo. Aunque seguro lo sos.
Que alguien me explique qué prejuicio tiene este post. Lo leiste? O solo entraste a escribir pavadas por inercia?
Por otra parte, este post responde a las líneas generales del blog, que no creo que insulte la inteligencia de nadie y además creo que está bueno, es original y está bien redactado. No creo que sea tanto como literatura, así que tampoco creo que la agrevie. Pero mi blog no está o estaba tan mal, porque te darás cuenta que ya no escribo.
Un beso anónimo. Cuidate.

morella dijo...

Claude: Vos tan atento, tan caballero, muchas gracias por salir en mi auxilio!!!
Te cuento que no, no voy a seguir escribiendo por lo menos por ahora. En realidad ya no entro ni a mirar. El blog fue algo de las vacaciones. Soy docente y estoy muchas horas fuera de casa. Cuando llego lo último que quiero hacer es meterme aca. Gracias por seguir pasando. Un beso grande.

Claude dijo...

Bueno, entonces espero que vuelvas a publicar algo si volvés a tener días libres y ganas de de hacerlo. Me gustó mucho este blog. ¡Hasta la vista!